Así, hemos terminado la Cuaresma, en la que la oración de cada semana, ha estado acompañada de un símbolo muy especial, que reflejaba como íbamos cuidando nuestro pequeño corazón (semilla) para que poco a poco fuera creciendo hasta dar fruto, convirtiéndose en un corazón grande y generoso, que quiere vivir la Semana Santa cerca de Jesus.
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